La vida es como una caja de chocolates


Lo único predecible de la vida es que es impredecible. La vida cambia, puede cambiar en años, en meses, en días… puede cambiar hasta en un instante. Las personas, en general, tendemos a planificar nuestro  futuro como si fuéramos íntegramente dueños de él. Muchas veces olvidamos que las cosas simplemente suceden, cosas buenas, y otras no tan buenas… Cosas pequeñas, casi insignificantes, que cambian nuestros planes sin que ni siquiera nosotros nos demos cuenta.

De ahí la frase: La vida es como una caja de chocolates, nunca se sabe qué sabor te va a tocar.

Un día puedes tener la suerte de elegir todos los chocolates ricos, los más dulces o con el relleno que más nos gusta. Al día siguiente podemos no tener tanta suerte y elegir un par de chocolates amargos… por ahí uno agridulce, uno pasable. Tal vez existan los días en que no elijamos ninguno bueno, y pueda ser un día muy amargo para nosotros. Y así y así…

Algunas elecciones dependen de qué tan cuidadosos seamos al hacerlas, otras dependen de casualidades. Lo importante es pensar: mañana será otro día, y podré hacer una nueva elección.

Por mi parte, espero haberme comido la mayoría de chocolates amargos de mi caja durante mis primeros 21 años, y que me queden muchos más por disfrutar en lo que espero sea una larga vida de buenos y no tan buenos momentos. (De preferencia los primeros)

Sin embargo, para esto es necesario llevar una buena actitud y esforzarnos al máximo. Recibir con los brazos abiertos todo lo que venga y asimilarlo de la mejor manera, entonces todo valdrá la pena, tarde o temprano, lo bueno y lo malo, terminaran convirtiéndose en una sola cosa: experiencia valiosa.

Así que cada vez que te toque un chocolate amargo, no te desanimes y solo recuerda:

Sin lo amargo, lo dulce no sería  tan dulce.




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